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El Aborto desde el punto de vista Religioso (página 2)




Enviado por Carlos Tovar



Partes: 1, 2

Para no caer en los enredos con que nos quieren
confundir hay que enfrentar una pregunta fundamental: eso que se
gesta en las entrañas de la mujer ¿es qué o
es quién? ¿El embrión es un quiste, es un
cáncer o es un ser humano?

Y resulta provechoso que la respuesta la de, en primer
lugar, la biología. Esto porque, como no existen dos
verdades, no puede alegarse oposición entre Fe y Ciencia,
entre Cultura y Ciencia. Cuando la Biología nos aclare, el
Obispo hará su apreciación teológica y
moral, y el abogado su encuadramiento jurídico, y
también el sociólogo, etc., etc.

Así pues, a la luz de los logros más
recientes, la biología –y en particular la
embriología– ya reconoce universalmente que el
momento que marca el inicio de la existencia de un nuevo "ser
humano" está constituido por la penetración del
espermatozoide en el oocito.

Si sobre esos logros de la embriología moderna
aplicamos los criterios de la interpretación
filosófico-antropológica y religiosa, podremos
percibir los grandes valores que todo ser humano, aunque sea en
la fase embrional, expresa y lleva consigo.

Y, por consiguiente, afrontar la cuestión
fundamental del status moral del embrión tomando en cuenta
criterios "intrínsecos" al embrión mismo, en vez de
aducir razones fundadas en criterios "extrínsecos" (es
decir, partiendo de factores externos al embrión mismo),
modo de proceder que no es idóneo dado que todo posible
juicio acabaría por basarse en elementos totalmente
convencionales y arbitrarios.

2) ¿Asesinato prenatal o Interrupción del
embarazo?

Repitamos con la embriología: la
penetración del espermatozoide en el oocito marca el
inicio de la existencia de un nuevo ser que: a) es de la especie
humana; b) es un ser individual; c) y es un ser que posee en
sí la finalidad de desarrollarse en cuanto persona humana
y a la vez la capacidad intrínseca de realizar ese
desarrollo.

Precisamente a partir de los datos biológicos, no
existe ninguna razón significativa que lleve a negar que
ya en esta fase el embrión es persona. Y en apoyo de esta
posición, la enseñanza de la Iglesia sobre la
animación inmediata, aplicada a todo ser humano que viene
a la existencia, resulta plenamente coherente con su realidad
biológica: "Porque tú mis riñones has
formado, me has tejido en el vientre de mi madre; yo te doy
gracias por tantas maravillas: prodigio soy, prodigios son tus
obras. Mi alma conocías cabalmente", dice el Salmo (Sl
139, 13-14), refiriéndose a la intervención directa
de Dios en la creación del alma de todo nuevo ser
humano.

3) Consecuencias lógicas ineludibles

Desde el punto de vista del derecho y la moral, el
simple hecho de estar en presencia de un ser humano (y
sería suficiente incluso la duda de encontrarse en su
presencia) exige en relación a él el pleno respeto
de su integridad y dignidad: todo comportamiento que de
algún modo pueda constituir una amenaza o una ofensa a sus
derechos fundamentales –el primero de los cuales es el
derecho a la vida– ha de considerarse gravemente inmoral e
ilícito, un pecado que clama a Dios por
venganza.

Para amar la posición que nos enseña la
Santa Madre Iglesia es importante tener en claro un punto: ese
quien que está protegido en el vientre de la mujer, tiene
la misma dignidad que su madre y su padre; y los mismos derechos
fundamentales. Quemarlo químicamente, impedir su
implantación con bombardeos hormonales o alambres
instalados en el nidito que la naturaleza le prepara, expelerlo
con fármacos violentos o descuartizarlo para arrancar los
pedazos, eso que es el aborto, constituye una crueldad asesina
más grave aún de lo que sería cometer
iguales atrocidades con sus padres.

Así comprendemos que al tratar de los delitos
contra la vida y la libertad del hombre, la Iglesia determina en
el Canon 1398 del Derecho Canónico que quien procura el
aborto, si éste se produce, incurre en excomunión
latae sententiae, es decir, automáticamente, y reserva su
absolución al Obispo o un sacerdote delegado.

4) Arrancar a la criatura del vientre de su madre o
impedir la a nidación.

Para que quede en la memoria, reiteremos que es un
asesinato intrauterino no solamente arrancar a la criatura del
vientre de su madre, sino todas los procedimientos conducentes a
impedir la a nidación como, por ejemplo, los dispositivos
intrauterinos (DIU) que mecánica (y a veces también
hormonalmente) provocan una inflamación crónica,
que impide la implantación del embrión; o todas las
drogas presentadas como anticonceptivos pero que trastornan la
motilidad de las trompas, o modifican el desarrollo del
endometrio e impiden la a nidación, horroroso ejemplo de
los cuales son las inyecciones trimestrales "de depósito"
como el acetato de nextroxiprogesterona, o los implantes
subcutáneos. Todos ellos tan asesinos prenatales como los
tóxicos RU 846 o "píldora del día
después", un verdadero pesticida humano que actúa
separando poco a poco el embrión de la madre y lo mata
lenta e inexorablemente, o las prostaglandinas vendidas
perversamente como antiulceroso y que provocan la
expulsión del niño por nacer.

Esta reiteración se hace necesaria porque con
toda desfachatez se distribuyen en nuestra Diócesis esos
preparados funestos, se los difunde en donde se debería
promover la vida, y hasta se pretende recomendarlos a los
adolescentes por medio de inicuos programas enmascarados como de
salud reproductiva o iniciación en el desorden
sexual.

c.- Declaración del Pontificio Consejo para la
Familia sobre la llamada "Reducción
embrionaria".

El Pontificio Consejo para la Familia, invitado a
expresar su posición sobre la llamada "reducción
embrionaria", tras haber consultado la Congregación para
la Doctrina de la Fe publica la siguiente
Declaración.

Hoy son menos raros los casos de embarazos
múltiples, esto es, cuando el seno materno es compartido
por varios embriones. Suelen presentarse ya sea por la
aplicación de la estimulación ovárica en
caso de infertilidad o por la fecundación artificial,
sobre lo cual, el Magisterio se ha pronunciado (Cong. Doct. Fe,
Inst. Donum vitae, II). Hay que tener en cuenta las situaciones
difíciles y aún dramáticas que el uso de
tales técnicas pueden originar. No se puede omitir una
llamada a la responsabilidad a aquellos médicos que ponen
en riesgo la vida de la madre y de los hijos concebidos por falta
de pericia y precaución o en la aplicación de las
técnicas de fecundación artificial

Es frecuente la afirmación, por parte de algunos,
de que los embarazos múltiples no pueden llegar a
término, sea por la muerte espontánea en el
útero de los embriones o por su nacimiento prematuro no
viable. Añaden además que si los nascituros llegan
al parto, la dificultad obstétrica (con el consiguiente
peligro para la madre) es mayor. Con estos presupuestos ellos
concluyen que podría justificarse la selección y
eliminación de algunos embriones para salvar a los otros
o, al menos uno de ellos. Por este motivo se ha introducido la
técnica denominada "reducción
embrionaria".

En relación a lo anterior, es preciso
señalar lo siguiente. Como todo embrión debe ser
considerado y tratado como persona humana (Cong. Doct. Fe, Inst.
Donum vitae, I. 1), con la eminente dignidad que esto implica, el
nascituro es sujeto de derechos fundamentales desde el primer
momento de la concepción, y en primer lugar del derecho a
la vida, que de ninguna manera puede ser violado. Por tanto hay
que afirmar claramente evitando cualquier confusión o
ambigüedad que la "reducción embrionaria" es un
aborto selectivo. Es la eliminación directa y voluntaria
de un ser humano inocente (Juan Pablo II, Enc. Evangelium vitae,
n. 57). Por tanto, querida como fin o usada como medio, es
siempre un desorden moral grave (Juan Pablo II, Enc. Evangelium
vitae, n. 62). Tratándose de una verdad naturalmente
accesible a la razón, la ilicitud de tal comportamiento es
una norma para todos válida y también para los no
creyentes (Juan Pablo II, Enc. Evangelium vitae, n. 101). La
prohibición moral permanece también en el caso en
que la prosecución del embarazo comportara riesgo para la
vida de la madre y de los otros hermanos gemelos. En efecto, no
es lícito jamás hacer el mal, ni siquiera para
alcanzar con ello un bien (Juan Pablo II, Enc. Evangelium vitae,
n. 57).

La vida del hombre proviene de Dios, es su don, su
imagen e impronta, participación de su soplo vital (Juan
Pablo II, Enc. Evangelium vitae, n. 39). La selección
embrionaria no puede ser justificada en base al llamado principio
de mal menor, porque se elimina una vida humana y tampoco puede
ser justificada en base al principio de doble efecto; ninguno de
los dos pueden ser aplicados en este caso. La selección
embrionaria puede conducir además mediante las
técnicas de diagnóstico pre-natal a una mentalidad
eugenésica, es decir, medir el valor de una vida humana y
seleccionarla, siguiendo sólo parámetros de
"normalidad" y de bienestar físico (Juan Pablo II, Enc.
Evangelium vitae, n 63, invocando para ello el concepto de
"calidad de vida" de modo reductivo. Esta posibilidad no
debería ser minusvalorada.

Que el Señor de la vida acompañe a los
padres, en el cumplimiento de su eximia misión
sosteniéndolos en el compromiso de respetar el derecho a
la existencia del nascituro, y a los hijos, guiando a quienes
están al servicio de la vida a hacer todo lo posible para
salvar a la madre y los niños, en medio de dificultades, a
veces dramáticas. Gracias a Dios, merced a los
considerables avances científicos no son pocos los casos
en los que los embarazos múltiples pueden ser conducidos a
buen término. Sigue siendo verdad que, aunque la
limitación humana comporta a veces que se deba asistir
impotentes a la muerte anticipada de criaturas inocentes,
jamás es moralmente lícito provocar voluntariamente
su muerte.

Ciudad del Vaticano, 12 de julio de 2000, Alfonso
Cardenal López Trujillo, Presidente.

2.- FUNDAMENTACIÓN
TEÓRICA.

a.- Reseña
Histórica.[1]

Desde el siglo primero, la Iglesia ha afirmado la
malicia moral de todo aborto provocado. Esta enseñanza no
ha cambiado; permanece invariable. El aborto directo, es decir,
querido como un fin o como un medio, es gravemente contrario a la
ley moral.

No matarás al embrión mediante el aborto,
no darás muerte al recién nacido. (Didajé,
2, 2; Bernabé, ep. 19, 5; Epístola a Diogneto 5, 5;
Tertuliano, apol. 9).

Dios, Señor de la vida, ha confiado a los hombres
la excelsa misión de conservar la vida, misión que
deben cumplir de modo digno del hombre. Por consiguiente, se ha
de proteger la vida con el máximo cuidado desde la
concepción; tanto el aborto como el infanticidio son
crímenes abominables (GS 51, 3).

En efecto, la Iglesia católica desde el principio
ha enseñado que el 5to Mandamiento prohíbe matar a
un inocente. El Didache, el primer catecismo escrito (70AD),
especifica el aborto entre los pecados contra el 5to Mandamiento:
«No matarás »: «Dos caminos hay, uno de
la vida y otro de la muerte; pero grande es la diferencia que hay
entre estos caminos… Segundo mandamiento de la doctrina: No
matarás… no matarás al hijo en el seno de su
madre
, ni quitarás la vida al recién nacido…
Mas el camino de la muerte es éste:… que no se
compadecen del pobre, no sufren por el atribulado, no conocen a
su Criador, matadores de sus hijos, corruptores de la imagen de
Dios; los que rechazan al necesitado, oprimen al atribulado,
abogados de los ricos, jueces injustos de los pobres, pecadores
en todo. ¡Ojalá os veáis libres, hijos, de
todos estos pecados! ». (Didache 2:1–2 [A.D.
70]).

Tertuliano, Padre de la Iglesia, siglo II: "El
asesinato, estando una vez y para siempre prohibido, no permite
destruir ni siquiera el feto en el vientre… Obstaculizar un
nacimiento es meramente una forma mas rápida de matar; no
importa si tomas una vida nacida o destruyes una que va a nacer.
Ese es un hombre que va a ser; tienes la fruta ya en la semilla"
(Apología 9:8 [A.D.197]).

Durante la Edad Media, teorías inadecuadas de
embriología llevaron a algunos teólogos a especular
que quizás una vida humana capaz de recibir un alma
inmortal no existía hasta unas semanas de comenzado el
embarazo. Estas teorías llevaron a la ley canónica
a hacer distinción entre las penalidades por abortos al
principio o más tarde en el embarazo. Sin embargo, la
enseñanza moral de la Iglesia nunca justificó ni
permitió el aborto en ningún momento del
desarrollo.

Estas teorías biológicas erradas quedaron
obsoletas hace más de 150 años, cuando los
científicos descubrieron que el nuevo individuo humano
comienza a existir en el momento de la fertilización. Es
la ciencia la que demuestra que la vida humana comienza en la
concepción (fertilización).

Si sabemos que la vida humana comienza en la
concepción (dato científico) y si reconocemos que
esa vida humana merece ser respetada como la de toda persona
humana, entonces podemos entender la enseñanza
católica a favor de la vida y contra el aborto.

En el libro titulado "Aborto: El Desarrollo de la
Perspectiva Católica Romana" (Loyola, 1977), que es una de
las obras más importantes sobre este tema, el jesuita John
Connery concluye su estudio con estas palabras: La
tradición cristiana, desde los primeros días,
revela una firme actitud contra el aborto… La
condenación del aborto no dependió y no estaba
limitada de ninguna manera, a las teorías que se refieren
al comienzo de la animación fetal. Aun durante los muchos
siglos en que la práctica penal y penitencial de la
Iglesia se basaba en la teoría de la animación
retrasada, esto nunca afectó la condenación del
aborto.

Cualquiera que fuese la posición que se tomara
sobre el comienzo de la animación, o sobre cuando el feto
es un ser humano en el sentido estricto del término, se
consideraba el aborto como un mal desde el momento de la
concepción y el momento de la animación nunca se
veía como una línea moral divisoria entre lo que se
puede o no permitir.

Para ponerlo en las palabras más directas del
gran teólogo luterano, el Pastor Dietrich Bonhoeffer: La
destrucción del embrión en el vientre de la madre
es una violación del derecho a vivir que Dios ha dado a
esa vida naciente. Presentar la pregunta que si ya estamos
aquí frente a un ser humano o no es simplemente confundir
el tema. El hecho es simplemente que Dios ciertamente tuvo la
intención de crear un ser humano y que este ser humano
naciente ha sido intencionalmente privado de su vida. Y esto no
es otra cosa sino asesinato.

Desde los tiempos apostólicos la
tradición cristiana ha sostenido abrumadoramente que el
aborto es gravemente maléfico. Al carecer de conocimientos
modernos de medicina, algunos de los primeros Padres
decían que el aborto era homicidio; otros, que era
equivalente a homicidio; y varios eruditos teorizaron sobre
cuando y como los no nacidos son animados o reciben el alma. Pero
ninguno disminuyó el mal específico que es el
aborto por ser un ataque a la vida misma, y la Iglesia de los
primeros siglos asoció estrechamente el aborto con el
infanticidio. En breve, desde el principio, la comunidad creyente
cristiana sostuvo que el aborto era un mal grave.

Por supuesto, nosotros sabemos con certeza
biológica exactamente cuando comienza la vida humana. Por
eso las excusas falsamente "religiosas" a favor del aborto y el
llamado "derecho a escoger" no son más que eso: excusas
que rompen radicalmente con la creencia histórica
cristiana y católica.

El aborto mata una vida humana no nacida y en
desarrollo. Siempre es un mal grave, como lo son las evasiones
que se emplean para tratar de justificarlo. Los católicos
que hacen esto – sean famosos o no- solo se engañan a
sí mismos y abusan de la fidelidad de los
católicos, que buscan sinceramente seguir el Evangelio y
vivir su fe católica.

El deber de la Iglesia y otras comunidades
religiosas es dar testimonio moral. El deber del Estado y

sus funcionarios es servir al bien común, el cual siempre
esta enraizado en la verdad moral. Un entendimiento apropiado de
la "separación de la Iglesia y el Estado" no implica
separar la fe de la vida política. Pero, por supuesto,
siempre es importante saber lo que nuestra fe realmente
enseña.

b.- El inicio de la vida humana, El estatuto del
embrión humano.

Lo que cabe preguntarnos aquí es si nos
encontramos ante una persona humana desde la fecundación
del óvulo. Tenemos que resolver si en el embrión se
cumplen las tres realidades del hombre adulto ("ser individuo de
la especie humana, ser humano y ser persona humana").

Muchas personas creen que el embrión humano se
convierte en individuo (persona) hasta un cierto momento de su
desarrollo. Esto conlleva a afirmar la no existencia de un
individuo durante un período determinado del desarrollo
embrionario. Si afirmamos esto estaríamos dejando el campo
abierto a experimentaciones, manipulaciones y asesinatos a
embriones, considerándolos como un conjunto de
células desordenadas.

Lo que nadie puede negar es que desde su
concepción (es decir la unión de los gametos
– óvulo y espermatozoide, el embrión posee ya
una realidad biológica propia, única, independiente
y determinada. Es un individuo que se está desarrollando
de manera autónoma. El ser humano que va a nacer, posee la
información genética –genoma- necesaria a su
desarrollo desde el momento de la concepción.

El desarrollo embriológico humano tiene
propiedades que sirven para considerar al embrión como un
sujeto de la especie humana. Estas propiedades son: la
coordinación (es decir que las actividades moleculares y
celulares dirigidas por el genoma, son sucesivas, tienen auto
movimiento hacia una dirección); la continuidad (cada paso
del ciclo de desarrollo, depende el anterior: no hay niveles que
separen de menor a mayor importancia); la autonomía (el
embrión es independiente en su desarrollo, tiene capacidad
de auto movimiento).

c.- El aborto y su controversia

El aborto corresponde a la terminación
intencional o no de un embarazo. Las razones principales que se
dan para justificar este acto son: que el embarazo atenta contra
la salud de la madre, se descubre que el feto tiene alguna
deformidad o discapacidad severa, el embarazo fue a causa de una
violación o de incesto; la mujer o la pareja carecen de
medios económicos para mantener a su hijo; el niño
que va a nacer interfiere con la felicidad y el bienestar de la
mujer o de la familia.

Existen dos corrientes que se oponen sobre la moralidad
del aborto: quienes promueven el respeto por la vida y consideran
que el aborto es inmoral, y quienes promueven el respeto por la
autonomía y el bienestar de la persona y ven el aborto
como una alternativa moralmente legítima. Ambas versiones
opinan que el aborto es una situación privada y personal y
debe ser decidida por la mujer sin que la ley interfiera con su
decisión.

Para los conservadores el feto tiene status moral y hay
que atribuirle derechos (a la vida…). El momento de
concepción es para ellos la línea entre lo humano y
lo no-humano. De la concepción nace el cigoto, el cual es
visto como un ser humano individual, que tiene los mismos
derechos básicos que tiene un adulto. Además
sostienen que la práctica del aborto promueve la falta de
respeto por la vida. Existen también otras posturas
derivadas de ésta: la postura conservadora extrema (que no
justifica ninguna razón de aborto) y una conservadora
menos extrema (que admite el aborto en caso de embarazo
ectópico y útero canceroso).

Algunos liberales niegan que el feto tenga status moral,
es decir que aunque el feto es biológicamente humano, no
tiene características relevantes desde el punto de vista
moral (el aborto no es entonces una forma de homicidio), o
consideran que el status moral del feto es irrelevante (se le da
prioridad al derecho de la mujer). Además consideran que
la autonomía de la mujer y sus derechos a controlar su
cuerpo, priman sobre el status moral del feto. Por otro lado, los
liberales afirman que la legalización del aborto beneficia
a la mujer (que ya no tiene que practicar abortos clandestinos),
a los niños (que solo nacen los que son sanos y deseados),
y a los sistemas sociales de los cuales dependemos (disminuye el
crecimiento poblacional). "Cualquier razón que tengas por
decidir en favor del aborto es una buena razón.
Éstos son nuestros cuerpos y nuestras vidas. Nadie tiene
el derecho a forzarnos a tener un niño(a) o a castigarnos
por disfrutar nuestras relaciones sexuales." Esta frase fue
pronunciada por una organización que apoya y promueve el
aborto.

Los métodos abortivos más conocidos son:
Succión o aspiración, Dilatación y curetaje
(D y C), Dilatación y evacuación (D y E),
Histerotomía u operación cesárea, Aborto de
nacimiento parcial (D y X), Prostaglandinas, Inyección
salina, Regulación menstrual, La RU 486, Anticonceptivos
abortivos, "Anticoncepción de emergencia".

d.- El Aborto y la Biblia.[2]

El aborto (feticidio) es grave pecado contra el 5to.
Mandamiento, Éxodo 20,13. La Iglesia así lo ha
enseñado desde el principio

La Biblia enseña claramente contra el aborto.
Esta enseñanza sale a relucir de muchos modos y por muchas
razones. Algunas personas señalan que la palabra "aborto"
no aparece en la Biblia, y tienen razón. Sin embargo, la
enseñanza sobre el aborto sí aparece. Este mismo es
el caso de otras enseñanzas. La palabra "Trinidad", por
ejemplo, no aparece en la Biblia, pero las enseñanzas
sobre la Trinidad sí. En cualquier caso, quien quiera
negar la enseñanza de la Biblia con respecto al aborto, la
negaría aunque la palabra apareciera en ella.

Miremos algunas de las razones bíblicas por las
cuales el aborto, la destrucción directa de un niño
en el vientre materno es tan terrible.

1) La Biblia enseña que la vida humana es
distinta de los otros tipos de vida, ya que los seres humanos
están creados a la imagen misma de Dios.

Las narraciones de la creación del hombre y la
mujer que aparecen en el Génesis (Génesis 1:26-31;
2:4-25) nos dicen lo siguiente: "Y creó Dios al hombre a
su imagen. A imagen de Dios lo creó. Macho y hembra los
creó." (Génesis 1:27). La palabra "crear" se
utiliza aquí tres veces enfatizando un momento culminante
dentro del proceso de Dios, haciendo al mundo y todo lo que
éste contiene. Al hombre y a la mujer se les concede
"dominio" sobre todo lo demás en el mundo
visible.

Ni siquiera el pecado original quita de los seres
humanos la imagen de Dios. Santiago se refiere a esta imagen,
diciendo que debido a ella ni siquiera deberíamos hablar
mal los unos de los otros. "Con ella (la lengua) bendecimos a
Dios Padre, y con ella maldecimos a los hombres hechos a imagen
de Dios…Hermanos, no puede ser así." (Santiago
3:9-11).

¡La imagen de Dios! ¡Esto es lo que
significa ser un ser humano! No somos unas simples células
que han sido unidas al azar por unas fuerzas impersonales, ajenas
a nosotros. Más bien, reflejamos auténticamente a
un Dios eterno que nos conocía antes de que
fuésemos hechos, y que nos llamó a la
existencia.

En los Salmos "¿quién es el hombre para
que te acuerdes de él, el hijo de Adán para que de
él cuides?…coronándolo de gloria y grandeza; le
entregaste la obra de tus manos" (Salmo 8:5-7). Es ahí en
donde está la clave. Dios no sólo nos hizo, sino
que nos valora. La Biblia nos habla de un Dios que está
locamente enamorado de nosotros, hasta el punto de que se
convirtió en uno de nosotros e incluso murió por
nosotros, mientras que nosotros le seguíamos ofendiendo
(ver Romanos 5:6-8). Frente a esto, ¿podemos decir que los
seres humanos son desechables, como un carro, que son más
los problemas que causa que lo que vale? "Dios no hace
basura."

Quien cree en la Biblia, tiene que creer que la vida
humana es sagrada.

2) La Biblia enseña que los niños son una
bendición.

Dios ordenó a nuestros primeros padres: "Sean
fecundos y multiplíquense" (Génesis 1: 28).
¿Por qué? Dios mismo es fecundo. El amor siempre
desemboca en la vida. Cuando la primera madre trajo al mundo al
primer niño, exclamó: "Gracias a Yahveh he podido
tener un hijo" (Génesis 4:1). La ayuda del Señor es
esencial, ya que El tiene dominio sobre la vida humana y el
origen de ésta. Los padres cooperan con Dios en traer una
nueva vida al mundo. Debido a que todo este proceso está
bajo el dominio de Dios, es un pecado interrumpirlo.

El profeta Amós condena a los amonitas, "Porque
ellos al extender sus dominios abrieron el vientre de las mujeres
encintas de Galaad" (Amós 1:13). "Son los hijos regalo del
Señor, es el fruto del vientre premio suyo" (Salmo
127:3).

3) La Biblia enseña que el niño en el
vientre es un niño verdaderamente humano, quien tiene
incluso una relación con el Señor.

La frase "quedó embarazada y dio a luz" es
utilizada en repetidas ocasiones (ver Génesis 4:1,17), y
el individuo tiene la misma identidad tanto antes como
después del nacimiento. "Pecador desde el seno de mi
madre" expresa el salmista arrepentido en Salmo 51:7. La misma
palabra es utilizada para el niño antes y después
de nacido (Brephos, es decir, "niño," es utilizada en
Lucas 1:41 y en Lucas 18:15).

Dios conoce al niño no nacido. "Me tejiste en el
seno de mi madre…mis huesos no escapaban a tu vista cuando yo
era formado en el secreto" (Salmo 139:13,15). Dios,
además, ayuda y llama al ni o no nacido. "Me entregaron a
Ti apenas nacido, Tú eres mi Dios desde el seno materno"
(Salmo 22:11). "Hasta que me llamó por su mucho amor el
que me había elegido desde el seno de mi madre"
(Gálatas 1:15).

4) La Escritura en repetidas ocasiones condena la
matanza de los inocentes.

Esto fluye de todo lo que, hasta el momento, se ha
visto. El dedo mismo de Dios escribe sobre piedra el mandamiento
"No matarás" (Exodo 20:13; Deuteronomio 5:17) y Cristo lo
reafirma (Mateo 19:18 -notar que El primero menciona este
mandamiento). El Libro del Apocalipsis afirma que los asesinos no
pueden entrar en el Reino de los Cielos (Apocalipsis 22:
15).

La matanza de niños es condenada por Dios de
manera particular a través de los profetas. En la tierra
que Dios dio a ocupar a su pueblo, las naciones extranjeras
tenían la costumbre de sacrificar en el fuego a algunos de
sus niños. Dios dice a Su pueblo que ellos no deben tomar
parte en este pecado. Sin embargo, sí lo hicieron,
según lo narra el Salmo 106: "Sino que se mezclaron con
ellos y los imitaron…Sacrificaron a sus hijos e hijas a los
demonios. Derramaron sangre inocente, la sangre de sus hijos e
hijas, que sacrificaron a los ídolos de Canaán; la
tierra quedó manchada de sangre" (Salmo 106:35,
37-38).

De hecho, este pecado de sacrificio de niños es
mencionado como una de las principales razones por las cuales el
Reino de Israel fue destruido por los asirios, y su gente llevada
al exilio. "Sacrificaron a sus hijos e hijas por el
fuego…entonces Yahveh se enojó muchísimo y los
arrojó lejos de su presencia" (2 Reyes
17:17-18).

Ni tan siquiera por la "libertad religiosa" puede ser
tolerada la matanza de niños.

5) La Biblia enseña que Dios es un Dios de
justicia.

Un acto de justicia es uno de intervención a
favor de los indefensos, un acto de defensa para aquellos que son
demasiado débiles para defenderse a sí mismos. Al
predecir al Mesías, el Salmo 72 dice: "Florecerá en
sus días la justicia…pues librará al mendigo que
reclame y al pobre que no tiene quién lo ayude" (Salmo
72:7,12). Jesucristo es nuestra justicia (1 Corintios 1:30)
porque El nos rescató del pecado y de la muerte cuando no
teníamos a nadie que nos ayudara (ver Romanos 5:6; Efesios
2:45).

Si Dios hace justicia por Su pueblo, espera que
éstos hagan justicia los unos por los ostros. "Sean
compasivos, como es compasivo el Padre de ustedes" (Lucas 6:36).
"Vete tú y haz lo mismo" (Lucas 10:37). "Entonces, todo lo
que ustedes desearían de los demás, háganlo
con ellos" (Mateo 7:12). "Que se amen los unos a los ostros"
(Juan 15:17).

El aborto es totalmente contrario a estas
enseñanzas. Es la justicia trastornada, invertida, puesta
al revés. Es la destrucción de los indefensos en
lugar de ser su rescate. Si el pueblo de Dios no interviene para
salvar aquellos cuyas vidas están siendo atacadas, no
están ni agradando ni adorándolo a El.

Dios, a través de Isaías dice:
"¿Por qué vienen a profanar mi templo?
Déjense de traerme ofrendas inútiles…¡Ya no
soporto más sacrificios y fiestas!…Cuando rezan con las
manos extendidas, aparto mis ojos para no verlos; aunque
multipliquen sus plegarias, no las escucho, porque hay sangre en
sus manos. ¡Lávense y
purifíquense!…aprendan a hacer el bien. Busquen la
justicia, den sus derechos al oprimido, hagan justicia al
huérfano y defiendan a la viuda" (Isaías
1:12-17).

En verdad, aquellos que dicen adorar a Dios, y apoyan el
aborto, están cayendo en la misma contradicción que
condena el profeta y necesitan escuchar el mismo
mensaje.

Cuando se trata de la dignidad humana, Cristo borra toda
distinción. San Pablo declara: "Ya no hay diferencia entre
quién es judío y quién es griego, entre
quién es esclavo y quién es hombre libre; no se
hace diferencia entre hombre y mujer. Pues todos ustedes son uno
sólo en Cristo Jesús" (Gálatas
3:28).

De ese mismo modo, nosotros podemos decir: "No hay ni
nacido ni no nacido." El usar esta distinción como base
para la valoración de la vida y de la protección
que uno merece, no tiene sentido y constituye una ofensa para
todo lo que la Escritura enseña. El niño no nacido
es el grupo más rechazado y discriminado de nuestra
sociedad. Cristo mismo de seguro ha de tener un amor especial
hacia ellos.

7) La Escritura nos enseña a amar.

San Juan nos dice: "Pues se les enseñó
desde el principio que se amen los unos a los otros. No imitemos
a Caín, que mató a su hermano…" (1 Juan 3:11-12).
El amor es el contraste directo de la matanza. Quitarle la vida a
otro es romper con el mandamiento del amor. Fallar en ayudar a
los que se encuentran en necesidad y en peligro es también
fallar, en amar.

Cristo nos enseña esto, claramente, en la
parábola del Buen Samaritano (Lucas 10:25-37), en la
historia del hombre rico y Lázaro (Lucas 16:19-31), y en
muchos ostros lugares.

Ningún otro grupo de personas se encuentra en
mayor peligro que los niños y  niñas dentro
del vientre materno. "Cuando alguien…viendo a su hermano en
apuros le cierra el corazón, ¿cómo
permanecerá el amor de Dios en él?" (1 Juan
3:17).

8) La vida es victoriosa sobre la muerte.

Este es uno de los temas más básicos de la
Escritura. La victoria de la vida está predicha en la
promesa de que la cabeza de la serpiente, a través de
quién entró la muerte al mundo, sería
aplastada (ver Génesis 3:15).

Isaías prometió: "Y así
destruirá para siempre a la Muerte" (Isaías 25:8).
En la escena del primer asesinato, la tierra "abrió su
boca" para tragarse la sangre de Abel. En la escena de la
victoria final de la vida, es la muerte misma la que será
"destruida en esta victoria. Muerte, ¿dónde
está ahora tu triunfo? ¿dónde está,
muerte, tu aguijón?…Por eso demos gracias a Dios, que
nos da la victoria por Cristo Jesús nuestro Señor"
(1 Corintios 15:54-57).

El aborto es muerte. Cristo vino a vencer a la muerte, y
por lo tanto, al aborto. "Yo, en cambio, vine para que tengan
vida y sean colmados" (Juan 10:10).

9) Jesús, no nacido, comienza la obra de la
salvación y santifica a una madre y a su niño no
nacido.

El evento mas impresionante de las Sagradas Escrituras
que revela la dignidad del niño no nacido es el hecho de
que Jesucristo mismo se encarnó en el vientre de
María Santísima y vivió como niño no
nacido.

Desde el vientre hace el primer milagro de gracia. 
Ocurre en la visita de la Virgen Santísima a su prima
Santa Isabel. Jesús, no nacido, comunica su gracia
santificadora a Sta. Isabel y a su niño no nacido, San
Juan Bautista.

Lucas 1:41 "Y sucedió que, en cuanto oyó
Isabel el saludo de María, saltó de gozo el
niño en su seno, e Isabel quedó llena de
Espíritu Santo", Sta. Isabel como respuesta bendice a la
Virgen y a Jesús: Lucas 1:42  "y exclamando con gran
voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito
el fruto de tu seno", Sta. Isabel además reconoce que el
bebé no nacido que vive en María es su
Señor.

Lucas 1:43-44  "y ¿de dónde a
mí que la madre de mi Señor venga a mí?
Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu
saludo, saltó de gozo el niño en mi seno.", La
Iglesia, fiel a Jesucristo, siempre ha proclamado que la vida
humana es sagrada desde el momento de la concepción. 
Es por eso que condena el aborto como un gravísimo
pecado contra el Quinto Mandamiento: "No
Matarás". 

e.- Quinto Mandamiento: No
Matarás[3]

Esquema del Catecismo de la Iglesia Católica
sobre el V Mandamiento.

1) Antiguo Testamento: "No matarás" (Exodo
20,13)

2) Nuevo Testamento: "Habéis oído
decir que se dijo a los antepasados: "No matarás"; y aquel
que mate será reo ante el tribunal. Pues yo os digo: Todo
aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante
el tribunal. (Mt. 5, 21-22).

La vida humana es sagrada porque desde su inicio es
fruto de la acción creadora de Dios y permanece siempre en
una especial relación con el Creador, su único
fin", Solo Dios es Señor de la vida desde el
comienzo hasta su fin. Nadie, en ninguna circunstancia,
puede atribuirse el derecho de matar de modo directo a un
ser inocente[4]

El Aborto, La vida humana comienza en la
concepción; desde la concepción todos somos
personas y tenemos el derecho a la vida.

Aborto provocado es matar, La cooperación
formal a un aborto es una falta grave. El aborto incurre
excomunión.

La condenación del aborto ha sido la
enseñanza invariable de la Iglesia
desde el primer
siglo: "No matarás el embrión mediante el aborto,
no darás muerte al recién nacido" (Didajé,
2,2)

La vida, aun del no nacido, es un derecho
inalienable:
Es un derecho no subordinado ni a los padres ni
a la sociedad ni a la autoridad civil.  Deber por tanto
ser un elemento constitutivo de la sociedad civil y su
legislación. 
El estado tiene obligación
de poner su poder al servicio de los derechos de todos,
particularmente los más débiles. Cuando esto falta
se quebrantan los fundamentos del estado de
derecho.

Hoy se hacen diagnósticos al bebé y si se
le encuentra algún defecto se le da pena de muerte. Se
producen embriones humanos para ser explotados como "material
biológico".   Estas prácticas son
criminales aunque sean aprobadas por la ley civil.

f.- La posición de la Iglesia Católica
ante el aborto.

La preocupación del cristiano en el asunto del
aborto es triple: por el bebé, por la madre y por la
sociedad.

En la Biblia no aparece escrita la palabra "aborto" como
tal. Sin embargo esto no significa que Dios guardara silencio
sobre el verdadero valor de la vida. Antes que David naciera,
Dios ya lo consideraba como persona, como podemos ver en el Salmo
139:13-15: "Porque tú formaste mis entrañas,
tú me tejiste en el seno de mi madre. No se te ocultaban
mis huesos cuando secretamente era formado y en el misterio era
plasmado". Está dicho implícitamente aquí
que la vida humana comienza con la concepción. Dios le
habla más directamente a Jeremías, demostrando que
considera al niño en el útero una persona
(Jeremías 1-4,5): "Vino pues, la palabra del Señor
a mí, diciendo: antes que te formase en el vientre te
conocí, y antes que nacieses te
santifiqué."

En su Carta Encíclica Evangelium vitae, el Papa
Juan Pablo II habla sobre la "libertad perversa", es decir,
aquella que nos da "poder absoluto sobre los demás y en
contra de los demás". De esta libertad resulta una
"cultura de la muerte". Juan Pablo II se preocupa por nosotros ya
que "grandes sectores de la opinión pública
justifican ciertos crímenes contra la vida en nombre de la
libertad individual". Esta "libertad perversa" nace de una
concepción de la libertad que "exalta al individuo aislado
de forma absoluta y no da cabida a la solidaridad ni a la
apertura y el servicio hacia los demás. Cuando un
individualismo extremista se interpreta como libertad, el
resultado es la "cultura de la muerte".

Pese a todo, Juan Pablo II no margina ni discrimina a
las mujeres que han abortado: más bien les ofrece palabras
de aliento y de perdón en esta misma Encíclica:
"Sin embargo, no os dejéis vencer por el desánimo y
no perdáis la esperanza. (…) Si aún no lo
habéis hecho, abríos con humildad y confianza al
arrepentimiento: el Padre de toda misericordia os espera para
ofreceros su perdón y su paz en el sacramento de la
Reconciliación."

g.- La posición de la Iglesia Protestante ante el
aborto.

La Iglesia Protestante basa su entendimiento de la
naturaleza de los seres humanos en la Biblia, que revela que Dios
creó el Universo, el mundo, y todas las cosas vivientes
(Génesis 1:1; 1:11; 1:21; 1:25). Los seres humanos son la
forma más alta de la actividad creativa de Dios, y
Él es intencional tanto en su creación como en su
destino. "Hagamos al hombre a nuestra imagen,…Y creó
Dios al hombre a su imagen,… varón y hembra los
creó" (Génesis 1:26,27). "Entonces Jehová
Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y
sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser
viviente" (Génesis 2:7)[5].

Al hacer a los seres humanos a su imagen, Dios los puso
sobre todo los otros seres vivientes en la tierra. La "imagen de
Dios", que requiere ambos sexos para una expresión
completa, significa que el hombre y la mujer son seres personales
y espirituales, tanto racionales como relacionales, destinados a
tener compañerismo eterno con su Creador personal. Aunque
corrompida cuando los primeros humanos cayeron en el pecado
(Génesis 3; Romanos 5:12), la imagen de Dios
todavía es intrínseca en la naturaleza humana
(Génesis 9:6), asegurando que hombres y mujeres son capaz
de responder moralmente a su Creador. La creación a la
imagen divina no sólo es una expresión del valor
incalculable que Dios pone sobre la vida humana, sino
también significa que Dios tiene poder soberano sobre la
vida. Él es el dador y sustentador de la vida; solo
Él tiene el poder para determinar su principio y su
fin[6]

La nobleza de los seres humanos se ve en el divino
mandato: "Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y
sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves
de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la
tierra" (Génesis 1:28). Superiores a cualquier otra forma
de vida, los humanos deben asumir una posición de
custodios responsables de la tierra.

Toda vida humana, desde la concepción hasta la
muerte, entonces debería ser valorada, respetada, nutrida,
y protegida. Toda vida humana se ha de vivir en obediencia a Dios
y su Palabra. La Biblia describe un orden moral bajo el cual cada
persona es responsable. Al fin de la vida, cada persona
comparecerá ante Dios para dar cuentas de sus acciones.
"Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el
tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que
haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo" (2
Corintios 5:10). Por esta razón, los seres humanos son
responsables de traer la luz de la Palabra de Dios a las
decisiones respecto de la defensa de la vida. Con este
propósito, La Iglesia Protestante ofrece las siguientes
perspectivas bíblicas:

1) Anticonceptivos.

Las Asambleas de Dios, al no encontrar ningún
mandato bíblico claro, no tiene una postura oficial sobre
el uso apropiado de anticonceptivos dentro del matrimonio
heterosexual para el propósito de regular el número
de hijos, determinar el tiempo de su nacimiento, o proteger la
salud de la madre. Estos son asuntos de conciencia personal
cuando las parejas devotas, en oración, buscan la voluntad
de Dios acerca del crecimiento de sus familias. Aunque hay
asuntos éticos importantes en la decisión de tener
una familia, la prevención del embarazo se entiende como
una diferencia cualitativa de la terminación de un
embarazo porque la esperma todavía no ha fertilizado el
óvulo y la vida humana todavía no ha empezado. El
mismo proceso biológico nos enseña que en el
diseño creativo de Dios toda esperma u óvulo no
está destinado a sobrevivir y unirse. No obstante, se debe
recordar que algunos métodos comúnmente
considerados anticonceptivos, tales como DIU y la pastilla para
la mañana después, realmente son abortivos que
terminan en vez de prevenir el embarazo. La Biblia enseña
que en la institución del matrimonio, los hijos son una
ordenanza divina tanto para cumplir los propósitos de Dios
para la humanidad como para la repoblación de la tierra.
El mandato a la primera pareja fue, "fructificad y multiplicaos;
llenad la tierra, y sojuzgadla" (Génesis 1:28). A
través de las Escrituras, los hijos se consideran un don
de Dios: "He aquí, herencia de Jehová son los
hijos; cosa de estima el fruto del vientre" (Salmo 127:3). Hay
ciertas circunstancias cuando por muy buenas razones la pareja
puede decidir no tener hijos. Sin embargo, el uso de
anticonceptivos solamente para evitar las exigencias de la
paternidad debe ser examinado en oración en
términos de la pureza de sus motivos y las implicaciones
personales del mandato divino.

2) Aborto.

La Iglesia Protestante ve la práctica del aborto
como un mal que ha sido infligido sobre millones de bebés
inocentes y amenazará a millones más en los
años que vienen. El aborto es una alternativa moralmente
inaceptable como anticonceptivo, control de la población,
selección del sexo, y la eliminación de las
discapacidades físicas y mentales. Ciertas partes del
mundo ya están experimentando serios desequilibrios en la
población como resultado del aborto sistemático de
bebés femeninos. La promoción y práctica del
llamado aborto del nacimiento parcial de bebés es
particularmente cruel.

La responsabilidad sexual. La exigencia
contemporánea del aborto frecuentemente viene de la
práctica de la libertad sexual sin la responsabilidad
correspondiente. Las Escrituras hablan muy claramente contra las
relaciones sexuales antes del matrimonio o fuera del matrimonio,
y declaran que tales prácticas son pecados (Éxodo
22:16; Hechos 15:20; 1 Corintios 6:9, 13, 18; Gálatas
5:19). Utilizar el aborto como un anticonceptivo sólo
profundizará y agravará el pecado con la culpa
resultante y aflicción emocional. La Iglesia Protestante
afirma el mandato bíblico de la pureza y responsabilidad
sexual que, cuando es obedecido, elimina muchas, si no todas, las
situaciones en las que el aborto se considera necesario o
deseable.

La importancia del aún no nacido. Las Escrituras
regularmente tratan al niño aún no nacido como una
persona bajo el cuidado de Dios.

– La Biblia reconoce que una mujer ha concebido aun en
las primeras etapas del embarazo. Cuando la virgen María
fue escogida para ser la madre de Jesús, un ángel
le trajo este anuncio: "Concebirás en tu vientre, y
darás a luz un hijo (huios)" (Lucas 1:31). Después
el ángel informó a María que su prima
Elisabet estaba embarazada: "Y he aquí tu parienta
Elisabet, ella también ha concebido hijo (huios, "hijo")
en su vejez" (Lucas 1:36). Las Escrituras están claras que
en la etapa prenatal tanto Jesús como Juan el Bautista
fueron reconocidos como varones mucho antes de su nacimiento.
Además, Juan, antes de nacer, fue reconocido como un
"bebé" (brephos) (Lucas 1:41,44). Es una palabra griega
que se usa para los niños antes y después de nacer
(cf. Hechos 7:19). La Biblia siempre reconoce al niño en
la etapa prenatal de la vida y no sólo como un
apéndice del cuerpo de la madre que se puede abortar
cuando quiera.

Aun cuando el embarazo en los tiempos bíblicos
era el resultado de una relación ilícita, la
importancia y el valor de esa vida no era cuestionada. Las hijas
de Lot intencionalmente se embarazaron por relaciones incestuosas
(Génesis 19:36), y Betsabé dio a luz a
Salomón después de una relación
adúltera iniciada por el rey David (2 Samuel 11:5). En
ninguno de estos casos se consideraba la vida de los bebés
aún no nacidos como indigna o algo que merecía el
aborto.

– La Biblia reconoce que Dios está activo en el
proceso creativo de la formación de nueva vida. Acerca de
Lea, la esposa de Jacob, las Escrituras dicen: "Y vio
Jehová que Lea era menospreciada, y le dio hijos… Y
concibió Lea, y dio a luz un hijo" (Génesis
29:31,32). Cuando Job se comparó a sus sirvientes,
él preguntó: "El que en el vientre me hizo a
mí, ¿no lo hizo a él? ¿Y no nos
dispuso uno mismo en la matriz?" (Job 31:15). Reconociendo la
imparcialidad de Dios, Job dice de Él:
"¿Cuánto menos a aquel que no hace acepción
de personas de príncipes, ni respeta más al rico
que al pobre, porque todos son obra de sus manos?" (Job
34:19).

Dios habló por medio de Isaías:
"Así dice Jehová, Hacedor tuyo, y el que te
formó desde el vientre, el cual te ayudará: No
temas, siervo mío Jacob" (Isaías 44:2). Y otra vez:
"Así dice Jehová, tu Redentor, que te formó
desde el vientre: Yo Jehová, que lo hago todo" (v. 24).
David lo resumió: "Porque tú formaste mis
entrañas; tú me hiciste en el vientre de mi madre.
Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus
obras; estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy bien. No fue
encubierto de ti mi cuerpo, bien que en oculto fui formado, y
entretejido en lo más profundo de la tierra. Mi
embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas
todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de
ellas" (Salmo 139:13-16).

– La Biblia reconoce que Dios tiene planes para el
niño aún no nacido. Solo Él sabe el
potencial de esta nueva vida. Cuando Dios llamó a
Jeremías a su ministerio profético, Él
indicó que la ordenación era prenatal, cuando dijo:
"Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que
nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones"
(Jeremías 1:5). Cuando Zacarías el sacerdote estaba
ministrando ante el altar de incienso, un ángel
anunció que su esposa, Elisabet, daría a luz un
hijo que se llamaría Juan. Allí fue revelado que
Dios tenía planes específicos para este
niño. Iba a ser el precursor de Jesús (Lucas
1:11-17).

– La Biblia reconoce que Dios es soberano en todas las
cosas, incluida la calidad de vida de un niño aún
no nacido. Cuando las personas rechazan a Dios, llegan a degradar
la vida humana y la hacen relativa. Algunos son considerados
dignos de vivir; otros, prescindibles. Quién sino Dios
sabría si alguien que fue destruido en el holocausto
hubiera descubierto una cura para el cáncer. Quién
sino Dios sabría las bendiciones que hubieran
traído para mejorar la calidad de la vida los millones de
niños sacrificados antes de nacer. Cuando las personas se
ponen en el lugar de Dios para determinar si una vida es digna de
seguir – sea antes o después de nacer, están
usurpando la soberanía del Creador.

También hay cosas que los humanos finitos no
pueden comprender. Más altos son los caminos de Dios que
los caminos del hombre. Hoy, cuando la tecnología
médica frecuentemente hace posible saber cuando hay una
discapacidad en un bebé no nacido, es importante que
recordemos que todavía están bajo el amor y cuidado
de Dios (Mateo 19:14-15).

3) Matar personas inocentes.

La Palabra de Dios es muy clara en cuanto a la
terminación de una vida humana inocente. "No
matarás" (Éxodo 20:13) no es sólo uno de los
Diez Mandamientos, sino también un mandato moral a
través de las Escrituras (cf. Mateo 18:19; Romanos 13:9).
Moisés fue inspirado por Dios a incluir en las Escrituras
una ley que se centra en la defensa de la vida de los
niños aún no nacidos. "Si algunos riñeren, e
hirieren a mujer embarazada, y ésta abortare, pero sin
haber muerte, serán penados conforme a lo que les
impusiere el marido de la mujer y juzgaren los jueces. Mas si
hubiere muerte, entonces pagarás vida por vida, ojo por
ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie" (Éxodo
21:22-24).

Se debe notar que el valor de la vida de la madre y del
hijo es tanto que aun cuando no haya ninguna herida
crítica o perdurable, los responsables son multados. Sin
embargo, si la madre o el niño prematuro son heridos
seriamente o mueren, entonces se aplican los castigos severos de
la ley, posiblemente en este caso los que tratan con el homicidio
involuntario (Éxodo 21:13; Números 35:22-25). Es
claro que la vida del niño aún no nacido es
preciosa, y aun una herida no premeditada causada a un
niño aún no nacido es un crimen serio. La actitud
de Dios en cuanto a la muerte de los inocentes es clara. Ninguno
que tome la vida de otro está sin culpa, con la posible
excepción bíblica de la pena de muerte administrada
por el sistema de justicia (Génesis 9:6; Números
35:12), la muerte no intencional en defensa propia (Éxodo
22:2), o muertes causadas por policías o poderes de guerra
debidamente constituidos (Romanos 13:4-5). Juan Calvino
expresó el horror del aborto al comentar sobre
Éxodo 21:22,23: "El feto, aunque encerrado en la matriz de
su madre, ya es un ser humano, y es un crimen monstruoso quitar
la vida a aquel que aún no ha empezado a disfrutarla. Si
es peor matar a un hombre en su propia casa que en el campo
porque la casa del hombre es su lugar de refugio, entonces
seguramente debería ser más atroz destruir el feto
dentro de la matriz antes de que haya salido a
luz".[7]

4) La vida de la madre en peligro.

En estas situaciones cuando el embarazo severamente
amenaza la vida de la madre, los cristianos, que valoran
igualmente la vida de la madre como la del hijo, se encuentran en
un dilema ético difícil. Si la diagnosis
responsable confirma que el parto probablemente resultará
en la muerte de la madre, la fe cristiana histórica
normalmente ha favorecido la vida de la madre sobre la del
niño aún no nacido porque la madre es una persona
madura con una familia establecida y relaciones y
responsabilidades en la sociedad. Sin embargo, las amenazas
imprecisas sobre la salud física o emocional de la madre
no pueden llegar a ser la excusa para poner en riesgo la vida del
niño. Cualquier intervención necesaria tiene que
tener la intención de salvar la vida de la madre, no la
intención previa de causar la muerte del niño. Como
en cualquier emergencia, en tales circunstancias los hijos de
Dios deben orar ferviente y fervorosamente por la
intervención divina. Al hacer esto, las personas
implicadas tienen que evaluar en oración la diagnosis
médica con la ayuda de doctores humanitarios y
líderes devotos y hacer, responsablemente y con una
conciencia clara, lo que probablemente será una
decisión dolorosa. Los efectos emocionales y espirituales.
Los abortistas pocas veces avisan a las mujeres embarazadas del
posible impacto que el aborto pueda tener en su salud espiritual
y mental. Mujeres desesperadas que se encuentran en situaciones
muy penosas o inconvenientes como resultado de un amorío
ilícito o un embarazo no planeado, y que frecuentemente
son obligadas por amantes egoístas, familiares
avergonzados, o ambos, son dirigidas a ver el aborto como una
"solución rápida". Nada podría estar
más lejos de la verdad. Las mujeres frecuentemente no
saben que la depresión, la culpa, y la vergüenza las
plagará por toda la vida. Aunque Dios puede perdonar, y
sí perdonará y sanará el corazón
quebrantado de los pecadores arrepentidos que se acerquen a
Él para encontrar perdón, la realidad del acto
nunca se puede deshacer y probablemente siempre será
recordado con dolor y remordimiento.

5) Renuncia de violencia

Las leyes actuales prácticamente permiten el
aborto libre, por lo menos en los primeros trimestres del
embarazo y, en algunos lugares, permiten otras prácticas,
como el suicidio asistido, que destruyen o ponen en peligro las
vidas creadas a la imagen de Dios. La Iglesia Protestante cree
fuertemente que tales leyes son inmorales y contradicen la ley de
Dios. Se debe emplear todo medio legal para revocar los efectos
de estas leyes y desmantelar las industrias que producen. Al
mismo tiempo, se debe recordar que la ley sólo permite
estos males. Nadie está obligado a participar en esta
destrucción de la vida. Muchas personas libremente escogen
hacerlo por razones de su propia comodidad, y tienen ciertos
derechos legales que los cristianos no pueden abreviar.
Además de aborrecer las leyes inmorales que permiten y
protegen la destrucción de la vida, La Iglesia Protestante
también denuncia las acciones violentas, rebeldes, y
crueles contra los proveedores y los participantes en estos actos
que destruyen la vida, a veces realizados por medio de personas
que dicen ser cristianas. Los cristianos que procuran salvar
vidas no pueden aumentar el mal dañando o eliminando
más vidas.

h.- Las consecuencias del aborto.

Cada año, más de un millón y medio
de mujeres se practican abortos. Eso significa que más de
4.000 niños aún no nacidos son matados legalmente
cada día. Para mucha gente, el aborto es la
decisión correcta. Pero a estas mujeres casi nunca les
advierten los posibles efectos físicos y
psicológicos producidos por el aborto.

Los posibles efectos físicos son: esterilidad,
abortos espontáneos, embarazos ectópicos,
nacimientos de niños muertos, trastornos menstruales,
hemorragia, infecciones, shock, coma, útero perforado,
peritonitis, coágulos de sangre pasajeros, fiebre/sudores
fríos, intenso dolor, pérdida de otros
órganos, muerte prematura.

Los posibles efectos psicológicos son: Intenso
interés en los bebés, instintos maternales
frustrados, odio a todos los que tuvieron algo que ver con el
aborto, deseo de acabar la relación con su pareja,
pérdida de interés en el sexo, incapacidad de
perdonarse a sí misma, sentimiento de
deshumanización, pesadillas, ataques, temblores,
frustración, sentimientos de haber sido explotada, abuso
de los niños.

El Sindrome post aborto -SPA- representa un cuadro
patológico que comprende síntomas
fisiológicos, psicológicos y espirituales, como
consecuencia de un aborto. Los tres trastornos que se le
presentan a la mujer son: depresión y sentimiento de
culpa; agresión contra el padre del niño y contra
la sociedad; alteraciones en la personalidad en forma
crónica. Los síntomas que suelen presentarse son:
síntomas de pesar y dolor; sentimiento de culpabilidad;
agresividad; incertidumbre afectiva; interrupción abrupta
del ciclo hormonal; la "conciencia biológica"; sentimiento
de fracaso como madre y problemas relacionados, otros problemas.
El S.P.A. no es muy conocido. Esto se debe a que las mujeres no
mencionan en su historia clínica, su experiencia de
aborto. Lo que el médico atiende entonces son las
consecuencias psicológogicas del mismo. Si el conflicto ha
provocado también síntomas físicos o
psicolígicos, y el médico no investiga, se tiene
que limitar a tratar los síntomas que la paciente le
refiere. La sintomatología clínica aparece
generalmente un ano después del aborto. Ante un caso de
S.P.A., se debe adoptar una actitud terapéutica y
comprensiva, y buscar ayuda en lo espiritual.

Conclusiones

1.- El embrión es considerado una persona
individual, autónoma. Desde el momento de la
fecundación, de la unión de los gametos, el cigoto
que se forma contiene toda la información genética,
base de su desarrollo.

2.- El desarrollo embriológico se caracteriza por
la coordinación, la continuidad y la autonomía:
todas las etapas de su desarrollo son importantes, una trae por
consecuencia la otra y por lo tanto no se puede crear una
línea divisoria entre las etapas, que son continuas. El
recién concebido es autónomo, independiente,
único en su especie y tiene auto movimiento.

3.- El aborto es la interrupción del embarazo.
Existen varias razones por las cuales las mujeres se practican un
aborto, pero ninguna es verdaderamente justificable.

4.- Existen personas que luchan contra el aborto, los
conservadores, así como personas que lo promueven, los
liberales. Existen además otras corrientes intermedias que
aceptan el aborto en ciertas circunstancias.

5.- A pesar de todo no hay que olvidar que si se aborta,
se está matando a un ser vivo, a una persona.

7.- El embrión humano tiene derechos,
según lo establece nuestra constitución,
además tiene un status moral y merece ser respetado. No
puede ser instrumentalizado, ni utilizado para otros fines, ni
manipulado: sus derechos como persona deben de ser
respetados.

8.- Dios mismo afirma la existencia de la persona desde
el momento de la concepción.

9.- Existen efectos físicos así como
psicológicos consecuentes del aborto.

10.- El Síndrome post-aborto comprende
síntomas físicos, psicológicos y
espirituales. Aunque es poco conocido, sus efectos pueden ser
desastrosos en la mujer que abortó. Ella tiene entonces
que aceptarlo y buscar ayuda terapéutica así como
espiritual lo más pronto posible.

11.- La Biblia ensena que todo ser humano es amado por
el Creador, quien anhela tener una relación con cada uno.
Cada persona finalmente tendrá que dar cuentas a El por
cualquier acción que quito la vida, la salud, o la
dignidad de otra persona.

Bibliografía

– Capítulo 9: "Bioética y aborto,
Consideraciones para el Juicio Ético del Aborto
Terapeútico", del Dr. Carlos Lara Roche.

– "El Inicio de la Vida Humana", Por Jerome Lejeune,
catedrático de Genética Fundamental en la Sorbona.
Discurso en la recepción del grado de doctor "Honoris
caus" en Medicina por la Universidad de Navarra.

– "El síndrome post-aborto: Las consecuencias del
aborto", Por Miguel Ángel Fuentes I.V.E. Curso de
Especialización Bioética. Bases
Teórico-Prácticas.

– "La Controversia del Aborto", Por Luna, Florencia y
Sallen, Arleen. En Decisiones de vida y muerte: Eutanasia, Aborto
y otros temas de Ética Médica. Editorial
Sudamericana. Buenos Aires. 2000.

– "Medicina y Ética en el Inicio del Ser Humano",
Por el Dr. Luis Miguel Pastor García; Profesor Tutelar de
Biología Celular. Facultad de Medicina. Universidad de
Murcia.

– "Qué es la "cultura" de la muerte?" Por William
A. Donahue.

– "Santa Biblia" versión Reina-Valera
©1960.

– "Síndrome Post-Aborto", Por Hernández
Gálvez, Edgar, Médico y Cirujano, Psicólogo,
Especialista en Psiquiatría y Psicología
Moderna.

http://www.positive.org/DiQueSi/aborto.html

 

[1] Padre Jordi Rivero

[2] P. Frank A. Pavone, Director de Sacerdotes
por la Vida (Priests for Life)

[3] Padre Jordi Rivero

[4] Donun Vitae -cf Evangelium Vitae

[5] A menos que se indique lo contrario, todas
las citas Bíblicas son de la Versión Reina-Valera
1960.

[6] La Biblia provee precedentes para la pena
de muerte justamente administrada para los crímenes
capitales, y también para los actos de defensa propia y
policías o poderes de guerra debidamente constituidos
(Génesis 9:6; Éxodo 22:2; Números 35:12;
Romanos 13:4-5).

[7] Juan Calvino, Commentaries on the Four Last
Books of Moses, trad. Charles William Bingham,

 

 

Autor:

Carlos Tovar

Partes: 1, 2
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